No me gusta pensar que, después de que estos tres meses pasen, voy a tener que dejarle atrás. Esa chica con la que pasé tantas tardes viendo surfistas en la playa, con la que tomé tantos helados y paseé tantas veces por la playa. Ella, la que se preocupaba si no me dejaban salir porque era demasiado temprano aún, con la que me reí tantas veces de los extranjeros cuando les hablábamos en español, con la que pude desconectar del todo y ser, simplemente, yo misma. No puedo quejarme, sabía que esto ocurriría quisiera o no.
Así que, después de todo, se quedará ahí. Formando parte del baúl de los recuerdos, ocupando un lugar imborrable en mi mente y, sobre todo, recordándome que cada verano tiene una historia única e inigualable.

No hay comentarios:
Publicar un comentario