jueves, 13 de octubre de 2011

All they say...

Y ahí estoy yo de nuevo, ahogándome en mis propios pensamientos, oyendo cómo el sonido de mis talones se extiende por todo el pasillo. No hay nadie más, excepto mis miedos y yo, como suele suceder a menudo. Paro delante de una de las muchas ventanas que hay y observo el exterior. No veo que nada haya cambiado, todo sigue exactamente igual que la última vez, las hojas no se han movido de su sitio, no ha caído ni una más ni una menos, la gente revolotea por el exterior cuales moscas en la miel, y lo peor de todo es que, a pesar de que me repito una y otra vez que el mundo no importa, lo que esas personas digan de mí sigue afectándome como miles de agujas clavadas en mi corazón. Qué gracioso, ¿eh? Con todas ésas películas en las que la friki, la pringada, la inferior...siempre le gana la partida a las populares, se queda con el chico guapo y acaba siendo la más popular de todas. En éste caso no es así, en éste caso ellas han ganado la partida, se han quedado con el chico guapo, siguen siendo las más populares y la friki de siempre se queda sin nada, con lo mismo de siempre. 


    
Así que, como se puede apreciar en éste breve fragmento de mi vida, lo que dicen  en las películas no es cierto. Y es que, la realidad, siempre vence a la ficción. 

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