Se lo había suplicado, gritado, susurrado...había hecho todo lo posible para que aquello no ocurriera, pero sin previo aviso, ocurrió. Una tarde soleada de otoño, con pájaros danzando aquí y allá, con el sol en su punto más álgido, la tarde incluso parecía sonreír, todo era perfecto ¿qué más podían pedir? Y eso era lo peor. Sabían que nada en éste mundo es perfecto, y que cuando lo es, la naturaleza le da la vuelta a las cosas para recobrar el equilibrio, no sólo ellos lo sabían, todo el mundo lo sabe. Tirados en medio del campo, mirando las nubes pasar, sin mediar palabra, con cierta vergüenza al albergar la posibilidad de estropear el momento, algo extraño para dos quinceañeros, sí. Él se atreve a cogerle la mano, y descubre que ella también pensaba en ello, ella también quería estrechar su mano para sentir su calor y también, aunque en una medida casi inexistente, el sudor que desprendían ambas manos. Ellos ni siquiera lo notaban, pero sus corazones latían al unísono, ambos con un ritmo cardíaco elevado, ambos sintiendo lo mismo por el otro. Quince, para algunos la fecha límite, para ellos, aunque inexpertos y principiantes, el momento en el que empezaban a vivir la vida de verdad. El momento en el que abrían los ojos de verdad, el momento en que, se suponía, podrían conocer a su primer amor. Ése que no se puede olvidar, el que se queda grabado con tinta en la piel, y con fuego en el corazón. Se miraron por unos segundos, y él pudo ver cómo el hombre más oscuro que había visto jamás se acercaba, lentamente, como si fuera reptando. Ella agarró su mano con fuerza, sabía que iba a ocurrir algo, pero la última visión que quería conservar era la de su cara. El otro, sin mediar palabra, la agarró de los costados y sin presionar demasiado levantó en peso a la joven y la apartó de su lado, él, sin embargo, seguía aferrado a su mano, sin aminorar presión ni fuerza, no iba a permitir que les separaran. Algo estúpido, que solo funciona en las películas, y tampoco. Nunca una despedida se les había antojado tan horrible, aunque también es cierto que jamás se habían separado para siempre.
''Puede que, físicamente, no esté allí para ayudarte, pero si me recuerdas
no me iré de tu lado, así que...
...no me dejes ir, jamás.''

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