jueves, 17 de noviembre de 2011

The third winter.

La estación fría, probablemente una de las más odiadas por todo el mundo, menos por ella. Sale todos los días a dar largos paseos por la tarde, esperando encontrar algo que sabe que no llegará jamás. Espera encontrarle a él de nuevo allí, apoyado en el tronco del árbol en el que quedaban siempre, sonriéndole hasta que llegaba a sus brazos y se acurrucaba en ellos. Espera poder verle de nuevo una última vez y así conseguir tener más recuerdos aún de los que ya tiene guardados en el cerebro, minuto a minuto, segundo a segundo. Las primeras lágrimas aparecen en el mismo punto de siempre, cuando llega a ése lugar tan especial en el que solían contemplar la puesta de sol juntos, cogidos de la mano y sentados en la fría y húmeda hierba que crecía libre por allí. Así que allí está de nuevo, suplicándole al cielo y a todos los dioses de todas las culturas que conoce que se lo devuelvan. Que le devuelvan al aquel chico que le hizo sonreír tantísimas veces, con el que compartió tantos momentos, al chico que reclamaron siendo aún demasiado joven, como suele decirse, en la flor de la vida. 


Y es que, al fin y al cabo, éste es el tercer invierno consecutivo que vuelve al mismo lugar, a derramar lágrimas y más lágrimas lamentando no haber tenido más tiempo a su lado. 

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