Nunca nos paramos a pensar en lo que hacemos, ni siquiera en las consecuencias que pueda tener lo que hacemos o vamos a hacer, simplemente actuamos. No paramos a pensar en el futuro que podríamos tener al cruzar las miradas con otra persona por la calle, no sabemos si conoceremos a esa persona en un futuro o si llegaremos a casarnos con esa misma persona, nadie lo sabe. No sabemos si algún día saldremos de casa con la esperanza de que llueva, y hará sol todo el día, o viceversa. Tampoco sabemos las vueltas que dará la vida respecto a lo que cada uno denomina 'amor', o a la llamada 'felicidad relativa' que experimentamos cuando nos ocurren cosas buenas o malas. En fin, no sabemos nada de nada, sólo lo que vivimos en el momento, el presente.
Por ello, debemos vivir cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo como si fuera el último.

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