With every kiss.

Allí estaban, pidiéndole al cielo con cada beso que lo temporal fuera eterno, pidiendo prestado, al fin y al cabo, un poco más de tiempo del que ya les habían dado. Ebrios de amor se habían prometido más de lo que sabían que jamás podrían cumplir. Amor eterno, frágil, como cristal; de apariencia amable pero de interior ponzoñoso. Toda una aventura digna de ser vivida, pero no ahora. No cuando ambos eran vulnerables, cuando aún sus corazones estaban recomponiéndose tras la gran embestida. Ambos corazones partidos y quizá pisoteados por algún que otro amor fallido, con el alma en los pies y la adrenalina en las nubes. Las ganas de encontrar al alma gemela para volver a sentirse vivo ascendiendo, el sentido común descendiendo. Los dos sabían que aquello no llegaría lejos, que ni siquiera llegaría al final de la calle, pero aún así seguían intentando creer en ello. Los rayos de sol alcanzando sus rostros, indicando que la noche ya está acabada, que el alcohol dejará de hacer efecto en breve, y que se verán como realmente son. Reflejos de sí mismos cuando aún eran alguien, cuando no se dejaban llevar por lo que su corazón quería pero sí por lo que su cabeza decía. Sus cuerpos pidiendo más y más cada vez, y sus mentes pidiendo a gritos una pausa, un periodo de tiempo en el que poder despejarse por completo y volver a recomponerse del todo sin temor a sufrir algún daño. Volver, aunque no era del todo aconsejable, al pasado. 

  

Allí estaban, pidiéndole al cielo con cada beso que lo temporal fuera eterno.