'¿Y así es como he de sentir que me hago mayor?' había sufrido su primera fisura en el corazón por amor, un chico al que había querido muchísimo se había cansado de ella. No le gustaba la situación, sólo tenía trece años y ya estaba experimentando lo que las demás chicas que conocía aún ni imaginaban. Todo un romance, con paseos nocturnos por la playa incluidos, sí. Se había dejado el alma con aquel chico, cada palabra que le dijo, cada sonrisa que le dejó ver, y más, y ahora sentía que no le había servido para nada. Al principio creyó morir, sin él a su lado después de tanto tiempo, no sabía si lograría encontrar el camino correcto de nuevo, además, empezaba nueva vida en otro lugar. Otro factor muy importante en la decisión que él tomó a sólo unos días del final del verano. El viento soplaba aquel día, y la arena de la playa formaba pequeños remolinos en el aire, que se adentraban en el agua como si ellos también quisieran darse un baño. Se encontró con él en el lugar de siempre, al lado de la playa, al final de la parte accesible desde la calle del rompeolas, un lugar perfecto. La brisa marina, la puesta de sol, algún que otro banco de peces pequeños que se acerca...un sueño hecho realidad. Después de ser una rata de biblioteca que 'devora' novelas de ficción, pasando también por las de amor, y que imagina su cita perfecta y su chico perfecto, aquello había sido lo más parecido a la realidad que había experimentado jamás. Se sentó allí, al final del rompeolas y, tras un par de minutos, no pudo evitar romper a llorar. Sabía que no iba a aparecer, y es que él ya le había dicho que no le gustaban las despedidas.
Y entonces, decidió concluir su diario de verano así:
'A pesar de todo, de que aún sigo recordando cada 'te quiero' que pronunció, se que aquello iba a pasar, y es que ésto es así, cuando crees que tienes entre tus manos algo que vale la pena, el destino da un vuelco inesperado y te prepara así para algo mucho mejor'.
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