Nunca te atreviste a preguntarte a ti misma qué harías sin él.
domingo, 8 de enero de 2012
Without him.
Despiertas y te giras hacia la ventana, ves cómo los pájaros revolotean alegremente en el exterior, se adentran en los árboles y se quedan ahí, formando sus nidos o alimentando a sus pequeños. Pasan unos minutos en los que sólo contemplas el exterior, la cuidad, el cielo, el lento pasar de las nubes, incluso puedes ver cómo la vecina de enfrente se prepara para pasar otro día en el trabajo, y entonces la realidad te golpea lo más fuerte que puede, con toda su artillería vuelve a la carga y te recuerda todo lo que ocurre en realidad. Estás allí porque no te queda otro remedio, tienes ganas de llorar todas las noches mientras le recuerdas, quieres estar a su lado, como cualquier otra persona, no dejas de recordarlo una y otra vez, porque vuelves al mismo lugar donde ocurrió todo cada día. Pero aún así, aún sabiendo que no arreglarás nada de esa manera, sigues insistiendo en que le encontrarás, sea como sea, tú vas a encontrarle. Han intentado explicarte cientos de veces que aquel accidente acabó con su vida antes de que llegaras, que no tienes la culpa de nada, y que no va a volver por muchas lágrimas que derrames, que ya no hay marcha atrás. Te ahogas en un vaso de agua medio lleno, lo ves todo de otra manera, todo te asusta más y te es más fácil llorar y es que en el fondo sigues siendo una niña. Nunca te atreviste a preguntarte a ti misma qué harías sin él.
Nunca te atreviste a preguntarte a ti misma qué harías sin él.
Nunca te atreviste a preguntarte a ti misma qué harías sin él.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario