domingo, 19 de febrero de 2012

Escape the reality.

Te hundes en el agua caliente de la bañera y te preguntas cientos de cosas estúpidas, otras pocas con algunos gramos de cordura. Ves cómo las pequeñas burbujas, que contienen parte de ése tesoro en el que se ha convertido el oxígeno, se escapan desde tu nariz y se posan en la superficie, para luego estallar y convertirse en parte del agua que te envuelve. Piensas en muchísimas cosas e imaginas otras propias de una película de Hollywood, pero pronto notas ésa presión en el pecho, ésa presión que te indica que estás quedándote sin aire. Emerges desde las profundidades y te encuentras con la realidad, con que tienes que ir a trabajar mañana, con que tienes que cuidar al perro, con que tu pareja de siempre acaba de irse y acabas de discutir largo y tendido por el teléfono con tu madre porque a ella le caía estupendamente y no acepta el hecho de que se haya ido. Coges aire por última vez y vuelves a hundirte pensando en las cosas que dejarás atrás. No te importa, tú, simplemente, quieres librarte de todo. 

    
Y así es como algunas personas intentan escapar de la realidad, uniéndose
al mundo de la ficción. 

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