jueves, 9 de febrero de 2012

There's no limit for dreaming.

Camina lentamente por las calles extrañamente desiertas de la ciudad en la que vive,  le resulta extraño todo lo que está ocurriendo. Desde siempre ha sido tan solo una chica más que pretende saborear la fama, o al menos olerla y que paseaba por las calles de la excesiva Nueva York, una ciudad con la que sueña mucha gente, pero a la que ella ha cogido un cierto 'asco', por así decirlo. Le resulta monótono todo lo que hay a su alrededor, el hecho de pasear por la calle y acabar siempre en Times Square, abarrotado día sí y día también. Un escalofrío recorre su cuerpo, el invierno está al caer y ella sigue sin querer salir del otoño, aunque sabe que luego vendrá la apacible primavera, su estación favorita. El sol brilla de la manera justa y correcta, el viento sopla con la intensidad adecuada y la ciudad, a pesar de rugir con cada pisotón de acelerador, parece más tranquila. Contempla un escaparate y se pregunta si algún día podrá ser como esas chicas de las fotos que cuelgan de las paredes, como ésas chicas en las que se inspiran para hacer los maniquís. La respuesta evidente: no. Nunca será así, y tras un momento de reflexión se da cuenta de que no le gusta lo que envuelve esa vida, en definitiva, no le gustaría ser así. Sigue caminando tranquila, observa a un niño que sonríe a su madre porque acaba de comprarle un juguete nuevo. Echa de menos ésa etapa de su vida, esa etapa en la que un juguete nuevo era lo máximo y lo que alegraba un día completo. Sigue preguntándose cómo puede ser que las cosas cambien tan deprisa sin que no nos demos cuenta mientras camina fijándose en cada pequeño detalle. Y entonces ocurre. Entre el gentío hay una de ésas personas cubiertas con luces de colores que aparecen en ésas fotos de ahora, pero que lleva un pequeño cartel con una frase que probablemente cambiará su vida. 



'No hay límites para soñar.'

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