miércoles, 14 de octubre de 2015

I wish you could be honest with me.

       Yo, que quise tenerte conmigo a toda costa, que solo encontraba refugio en ti y me acomodé pensándote como no eras. Esa misma persona a la que tú, en algún momento, llegaste a amar profundamente, por la que diste la espalda a tantos otros deseos y placeres ocultos en el mundo y a la cual hoy miras a los ojos sin llegar a reconocerlos del todo. Soy esa a la que tanto miraste hasta hacerla tuya, reconocer sus lunares y cicatrices más escondidas, desde que el sol se ponía hasta que salía de nuevo. Y tú fuiste aquel que me enloqueció por completo, quien despertó la bestia que dormitaba en mi interior a base de lenta poesía y largos atardeceres de caricias despreocupadas y sin prisa. Fuiste quien supo ver más allá de lo simple, lo que está a la vista de todos y rebuscaste en mi interior hasta verlo todo, hasta que no quedó milímetro por conocer.

       Puede que sea por eso, por todas las noches que pasamos en vela, por todas las acaloradas discusiones que terminaban con el mayor de los placeres, por todo lo que compartimos con el tiempo, que ahora se me antoje raro no poder pensarte así. Puede que cometiera el error de llevarlo a la rutina, puede que te diera por hecho y me equivocase aún después de todo lo vivido, puede que te asustara todo lo que aún quedaba por salir de mí ya fuera en verso o mera prosa... ¿Quién sabe? Quizá te ahogué al pedirte que intentaras ver el mundo con mis ojos, quizá esa fue la mayor de las torturas para ti, pero prometo que tuve la mejor de las intenciones al hacerlo. Solo quise tenerte cerca de una manera más que física, quise tenerte cerca del alma y que conocieras mis secretos a la hora de ver la vida, que vieras a través de mí. No caí en la cuenta de que hay personas que no están dispuestas a eso, que yo era la única que estaba en ese barco... igual que no caí en la cuenta de que no querías seguirme e intentabas encontrar la manera de irte haciendo el mínimo daño posible, lo juro. De haberlo sabido, como es obvio, te hubiera dejado marchar.

       Puede que fuera por eso también que yo, quien encontró refugio en tus dulces y cuidadas palabras, quien se deleitaba con el armonioso sonido de tu voz y encontraba más que hermosos esos ojos azules; acabó sintiéndose desprotegida entre palabras vacías, pronunciadas por una desencantada voz gastada con el paso del tiempo y siendo observada por unos ojos que no eran capaces de nada más que arañar la superficie en un intento vago por volver a lo de antes. Con los sentimientos que una vez parecieron mover el mundo, rotos en el fondo de una habitación vacía y polvorienta.

      Así pues, ahora es cuando me permito, después de tan largo tiempo y después de largas tardes de mano con la desesperación, un primer momento de egocentrismo crecido por momentos y te confieso sin más que espero que esta noche me recuerdes. Y que el recuerdo te duela en el corazón. Que recuerdes mi aroma, mis ojos, mis labios, el tacto de mi piel, la suavidad de mis caricias, la forma en que se mueven mis caderas al bailar... Espero, de verdad, que lo recuerdes todo y que al final, cuando la pérdida y el desamor se hagan contigo y tu alma, te venga a la cabeza la razón por la que ya no somos y tampoco seremos más. Espero que esta noche me eches de menos sabiendo que no voy a volver y descubras que un corazón siempre se puede volver a romper. 


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