Y te vas a arrepentir. Ambos sabemos que acabarás llamando en plena noche, diciendo que lo sientes, negándolo todo y pidiendo, una vez más, otra oportunidad. Tú, con tu don único en la faz de la Tierra para sacudir al mismísimo infierno, con esa sonrisa asesina, ese par de ojos más profundo que el propio océano y a la vez tan fríos como un glaciar. Me cogiste por sorpresa, viniste, viste y venciste. Y como siempre, volviste una y otra vez pidiendo un perdón que no merecías, asegurando que jamás habría una segunda vez. Ignoré las señales y me lancé al vacío esperando una caída suave, pero recibiendo el mayor de los golpes al tocar el suelo. Una vez más, volvías para llevártelo todo y no dejar rastro de tu paso, eras la tormenta perfecta en mi vida, un paso limpio con efectos a largo plazo.
Puedo prometerte que esta vez será diferente, esta vez no cederé a mis impulsos como ocurría cada vez que oía tu voz romperse al otro lado del auricular, no voy a quedarme en silencio mientras escucho las mil y una excusas que pondrás para conseguir que mi orgullo caiga y me llenes la cabeza de promesas vacías. Para mí esas lágrimas ya no significarán la lenta agonía de mi alma, serán la prueba latente de que ya no formas parte de algo tan grande como es mi vida en comparación contigo. Te parecerá un absurdo cliché, pero ya nada es igual. No siento esa especie de corriente eléctrica cada vez que nuestros ojos se encuentran y se retan en silencio a apartarse los unos de los otros, no sigo estremeciéndome cuando tus manos rozan la base de mi espalda o cuando se posan en mis mejillas antes de cualquier beso.
A pesar de todo, espero que encuentres a alguien que sepa llenarte la vida de felicidad y que te haga ver las cosas desde otra perspectiva, quien comparta tu amor por el cine clásico como hacía yo, alguien que se de cuenta de que no mereces nada pero aún así quiera dártelo todo.
Eso sí, solo hay una cosa que espero que tengas presente cada vez que algo te haga recordarme, y es que no habrá nadie como yo. Te cueste, te pese o te moleste seré esa incómoda constante en el fondo de tu cabeza, ese pensamiento que sacudirá tus entrañas, que te asaltará en los momentos en los que el mundo se te venga encima y quieras hundirte en lágrimas, aparecerá en los momentos en los que quieras compartir el mayor de los hallazgos con quien lo comprenda tanto como tú y no lo encuentres. Entonces te des cuenta de que ya no estoy, y las calles te parezcan más vacías que de costumbre, la gente más desencantada que nunca y te sea imposible conciliar el sueño por las noches preguntándote una y otra vez si hiciste lo correcto.
Será entonces cuando tu orgullo se rinda y vuelvas a coger el teléfono para marcar mi número y llamar, sin saber que ya no contestaré ni me preocuparé en devolverte la llamada y así poder oír tu voz. Cuando de verdad caigas en la cuenta de que necesitas la estabilidad que yo te concedí y que tú rechazaste tantas veces, cuando eches de menos la forma que tenía de hacerte sentir como en casa allá donde fuéramos. El momento en el que observes los rostros de la gente en la calle y encuentres el mío acompañado por alguien que no eres tú.
Será entonces cuando mientas sin saber que ya no estoy para ti.

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